martes, 31 de enero de 2012

Mediodía: ¡Tengo hambre!



Si bien el Pasatiempo era un lugar divertido en el que te lo pasabas en grande lo cierto es que habiendo desayunado mas bien poco comenzaba a tener hambre. Vale, no, no había desayunado mas bien poco, pero que mas daba. ¡Come que la vida son dos días! Y teniendo en cuenta que si son dos días, como mínimo medio te lo pasabas sin poder tomar azúcar, sal, grasas y demás cosas que afectaban negativamente a tu organismo, lo mejor era aprovechar. Mi padre, tan oportuno como siempre fue el que puso palabras a mis pensamientos, secundados por supuesto por mi hermano ¿Cuando no tendrían hambre esos dos?  Ahora tocaba salir de allí, era lo primero y lo mas importante. De nuevo pasamos por la cueva, por Egipto, por delante del gran león que semeja ser chino, con el que mi hermano en los tiempos en los que llevaba el pelo mas largo parecía querer competir por lucir la mejor melena, por el cuadro en el que se explicaba lo que debías hacer para conseguir un buen capital, etc.
A decir verdad nunca se me había dado bien fijarme en los pequeños detalles de las cosas, era muy despistada como para hacerlo y demasiado inmadura como para comprenderlo.Sin embargo, en aquel momento me fijé en todo, comparándolo con mis recuerdos. Recordaba las risas, recordaba a mis abuelos sentados en la especie de isla que había en medio de aquel lago. Nostalgica, era como mejor se me podía definir en aquellos momentos. Nostálgica del pasado, pensando en la monumentalidad de aquel lugar y su belleza, y en como podía estar en un estado de conservación tan penoso... Y que siguiera valiendo la pena verlo, aunque tan solo fuese una vez.

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