domingo, 8 de enero de 2012

Mañana: No me gusta madrugar

No me gusta madrugar. Una afirmación que conlleva peligros en su interior, dado a que la gnte puede pensar que soy una vaga redomada o sencillamente que tengo genes de un adorable perezoso. En cierto modo no sería peligroso si los bancos no tuvieran ese horrible horario de mañana, levantándose todo el mundo tan pronto. Eso podría no ser problemático de no seguir la misma linea de pensamiento que yo. En los bancos se abre pronto, en los bancos hay dinero y el dinero mueve el mundo. De este modo ¿Que nos queda a los pobres dormilones a los que se nos pega las mantas mas que con pegamento industrial hiperfuerte?

Lo que nos queda a nosostros son madres, padres, hermanos gritones o despertadores que hagan las funciones de antivagueza y te levanten, tal y como me pasó a mi ese día. En realidad debería estar ilusionada, imaginaros, sábado en familia con una madre a la que no para de sonarle el móvil, un padre tan hablador como una piedra y una hermano de 12 años ¿Divertido no? Yo quería pasarlo bien, en serio, e ir con la fmilia no era exactamente ni idea de diversión, pero era mejor que nada. Después de una ducha de agua caliente y de bostezar alrrededor de cincuenta veces llegué a la conclusión de que dormiría en el trayecto que duraba el viaje hasta nuestra primera parada: Betanzos.




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